Fernando

Queridos Javier e hijos de Lucía,

Conocí a vuestra madre y mujer hace muchos años. Creo que fue hacia 1985 en el CIDA-Centro de investigación y Desarrollo de la Armada, durante una serie de años trabajamos juntos en investigación en el campo de los sensores infrarrojo. Luego por desgracia, los caminos se separan y aunque hemos hablado alguna vez por teléfono, no hemos podido coincidir.

Por lo tanto mis recuerdos sobre Lucía eran de la época en que éramos muy jóvenes con mucha ilusión por las cosas que estábamos aprendiendo y desarrollando nosotros mismos. Una época apasionante. Me viene ahora el recuerdo de Lucía en su traje de sala blanca con los equipos de CVD, luchando a brazo partido con el peligroso xilano hasta conseguir que salieran las láminas delgadas que debían proteger y pasivar los detectores IR, siempre con mucho ánimo, con ganas de trabajar y colaborando en cualquier tema que se le pidiese. Era una compañera excelente. Todo ello en un clima de trabajo que ella propiciaba con buen humor,  buen ánimo y buenas maneras. Ésto, por cierto, se echaba en falta en otros casos pero no con Lucía.

Quiero aportar mi apoyo personal a vuestra madre y esposa unirme en este duelo en su memoria y homenaje.

Un fuerte abrazo a Javier, a sus hijos y a toda su familia y amigos.