Querida mamá: ha pasado ya un mes desde que nos dejaste, y todavía no soy capaz de recordarte sin que se me encoja el corazón. Pero te prometo que lo estoy intentando; que sé que siempre me decías que si lloraba me iban a salir arrugas y que nada merecía tanto la pena; pero es que te echo tantísimo de menos que duele y mucho. Decirte que has sido la mejor madre del mundo, creo que es quedarse corto, siempre estabas para mimarnos, cuidarnos, guiarnos y enseñarnos, porque en el mundo hay gente especial, y luego estás tú, que estabas hecha de acero inolvidable. Eras, esa persona que siempre estaba, desde pequeños, cuando nos levantábamos de noche porque nos dolía la tripita, hasta cuando nos probábamos todo el armario para que eligiéramos un vestido para alguna ocasión especial. Tú has sido nuestra maestra y sobre todo nuestra luz porque mami, tu brillabas con luz propia, todos los que te conocían lo dicen, derrochabas amor, elegancia, dulzura y fuerza ahí donde fueras. Nunca supe de donde sacabas esa fortaleza, pero estoy tan orgullosa de ti, que hasta es doloroso.
No te mentiré, todavía no soy capaz de ser plenamente feliz, pero lo conseguiré, te lo prometo. Pero es muy duro, lo has sido todo para nosotros mami, te recuerdo cada vez que Carlos se levanta de la mesa y le decimos; -ya que vas llévate algo, cada vez que papá pregunta qué tipo de película queremos ver y digo: una de amor y lujo que son las que le gustaban a mama. Cada vez que te cojo algo de ropa y recuerdo tu frase de: coge lo que quieras, pero luego déjalo colgadito en su sitio. Cada vez que terminamos de comer y alguno decimos: «pues ya hemos comido, no sé yo si cenaremos», en cada rosa que sale en el jardín de casa, cada conchita de la playa de Vera, cada vez que suena Lucía de Serrat, que por cierto mami, creo que Serrat todavía no sabe la suerte que tuvo de conocerte. Te recordamos en cada libro de la biblioteca del ático, porque no nos vamos a engañar, eran casi todos tuyos. Te recuerdo en cada emoticono del pintalabios de whatsapp, que siempre me mandabas y me decías, no es nada es solo que me gusta bss; En cada ricito del pelo de Carlos, en cada refrán o rima que dice la abuela, cada vez que papá nos da un beso de buenas noches y en cada lagrima que aun se me escapa.
Ahora me duele recordarlo, pero llegará el día en el que desde arriba verás orgullosa cómo todo esto lo recuerdo con felicidad rodeada de los que más has querido. Porque mi misión en la vida es simplemente seguir tu ejemplo y llegar a ser algún día por lo menos la mitad de buena madre que has sido tú con nosotros.