Cuando hablamos de la vida de Lucia estamos hablando en su mayor parte de la mía. Y es muy difícil saber dónde acababa uno y empezaba el otro. Una parte muy importante de mi se ha ido. Y tengo que aprender a vivir sin ella.
La conocí con 20 años. Ella algo menos. Era la chica más atractiva que se había cruzado en mi camino. Inteligencia, chispa, sonrisa permanente, coqueta. Era fácil enamorarse de ella. Sin olvidar sus piernas de modelo. Ya lo sé padre el espíritu etc. …… pero la carne es débil.
En ese momento me dije a mi mismo: “si la conquisto ya no tengo que buscar más” menudo reto.
Y Lucia ha seguido siendo para mí eso, un reto permanente y mucho más. Inteligente, intuitiva, espontanea, positiva, fuerte, protectora y comprometida, creaba espacios de la nada con una sensibilidad extraordinaria donde hacer soñar a su familia y amigos. Fortaleza que nos ha transmitido a toda la familia y a muchos de vosotros. Era Naturaleza en estado bruto.
He tenido el honor de andar a su lado. Quizá más de seguirla, buscando siempre su aprobación. Como cualquier pareja, hemos luchado por nuestro propio espacio vital. Los dos teníamos carácter. Aunque el mío se desinflaba ante el primer envite suyo. Pero en lo importante, en nuestro proyecto de vida como pareja, siempre hemos estado de acuerdo. Ese proyecto y ella me han dejado lo que más quiero. A mis hijos. Y todo el apoyo y fuerza que me dio para tener una vida plena.