Mi querida Lucía,
¡Cuánto te echo de menos!, 30 años hablando y me parece tan poco tiempo. ¿Qué puedo decir de ti?, todas las anécdotas que han escrito te retratan perfectamente.
Nosotras tuvimos una amistad perfecta y entrañable porque contigo no podría haber sido de otra manera. Siempre me aportaste todo lo bueno que una persona puede dar, en mi recuerdo siempre estará la compañía que supusiste para mí cuando mi hija tuvo aquel problema de salud, porque tú irradias lo más importante que un ser humano puede transmitir: felicidad, serenidad, equilibrio, fuerza, bondad, simpatía. Eres mi más querida amiga y siempre formarás parte de mi vida ya que nunca te olvidaré y estoy segura de que nos volveremos a encontrar aunque no sepamos el tiempo ni el lugar.
Con Javier creaste una familia estupenda con dos hijos preciosos que los sentirás siempre junto a ti porque ellos te tendrán siempre presente en su memoria, y la misma fuerza que tuviste aquí para vivir y luchar, la tienes allí donde ahora te encuentres.
Os mando un abrazo muy grande a toda la familia y os deseo que la vida os traiga toda la felicidad del mundo que Lucía seguro compartirá siempre con vosotros.