Infancia
Lucía nació en Madrid el 23 de octubre de 1957, un soleado día de otoño en el Hospital Gómez Ulla a las 12.30 horas de la mañana, bajo la curiosa mirada de sus padres, Pedro Adell Soneira, por aquel entonces teniente del Ejército del Aire; y su madre María del Carmen Perla Cuevas, que actualmente vive entre Alcalá de Henares y su querida Fuengirola.
Sus padres contrajeron matrimonio el día 27 de junio de 1956, en una bonita Iglesia de la madrileña plaza de Malasaña, a mitad de camino entre la bonita Camariñas, tierra de Pedro, y la salerosa Fuengirola, cuna que vio nacer a Carmen. En 1957, mientras Pedro estaba destinado en la base militar de León, Carmen trajo al mundo a Lucía en el Hospital Militar; aprovechando que el abuelo de la criatura residía en Madrid, desde donde arribaban cortes de médicos y enfermeras para atender toda necesidad de la hija del General de la Guardia Civil.
Dos años después, el 21 de Febrero de 1959 nació su hermano Ricardo, con quien actualmente comparte sus días Carmen en Alcalá de Henares.
A los tres años, dejó Madrid para acompañar a sus padres a un muy especial destino que le dejaría huella el resto de sus días. Su padre, después de recibir formación de control militar, paso a prestar sus servicios en la base conjunta Hispano-Americana del Puig Major, el pico más alto de la isla de Mallorca. Desde entonces residió en un pintoresco pueblo, bajo la sierra de Tramontana, llamado Soller, que como siempre decía Lucía: – “es el pueblo más bonito de Mallorca, y no es porque sea el mío”.
Esa tierra contempló sus primeros paso firmes, y en ella Lucía pudo disfrutar de una infancia, no sin complicaciones. A los 9 años sufrió de una púrpura reumática que la postró un año entero en cama. Gracias a la ayuda de un curandero, que le hacia visitas diarias, aprendió a andar de nuevo y volvió a su vida de colegiala con un carácter más luchador que antes y una gran capacidad de superación que no perdería en ningún momento.
Se educó con las madres escolapias, demostrando siempre extraordinaria curiosidad, tesón y ansias de aprender. Con notas brillantes y una clara predilección por las ciencias.
Cuando tenía 16 años, se mudaron a Palma, donde asistiría al instituto de Son Malferit; ya por aquel entonces se había convertido en una atractiva jovencita, a la que la vida le sonreiría, y no encontraría problema alguno con los estudios.
Juventud
La influencia de su profesora de física la impulsó a matricularse en primero de Ciencias en la Universidad de Palma con la vocación de cursar la carrera de Físicas. Sus aspiraciones académicas la llevarían a tener que elegir entre Madrid o Barcelona, decidió matricularse en la Facultad de Físicas de la Universidad Autónoma de Madrid, encaminando sus pasos y su futuro a la capital.
A los 19 años desembarcó en Madrid, donde aún residía parte de la familia. Lucía superó la carrera en cinco años, con una calificación de notable y accedería después a la Tesina, tras la cual obtendría el título de Físico especialidad en Materiales con Grado.
Al poco de llegar a Madrid, Lucía conoció a Francisco Javier Pascual Perea, su primer y único marido. Sus caminos se cruzaron, amén de un azar buscado, en la escalera de una antigua academia, cuando él todavía era estudiante de Ingeniería Industrial y ella se peleaba con la Electrónica de las 9:00 de la mañana en la universidad.
Una vez finalizada la carrera, disfrutó de una beca de investigadora en la UAM en la cátedra de Luis Galán; trabajando en técnicas especiales de deposición de catados fríos. Después trabajó un corto lapso de tiempo en Pablo Moreno SA, ingeniería que desarrolló los primeros mapas de viento (potencial eólico) que se usaron en la implantación posterior de los parques eólicos.
Aprovechando su experiencia anterior en materiales, pudo acceder como personal contratado al Ministerio de Defensa, como investigador en el Centro de Investigación de la Armada. Allí se desarrollaron programas de investigación conjunta con la empresa de doble utilidad, civil y militar. Lucia junto a otros colaboradores, contribuyó al desarrollo de detectores de infrarrojos. Durante estos años también impartió diversos cursos sobre política tecnológica y programas de investigación en la Universidad Carlos III, patentizando una clara vocación de servicio y esfuerzo.
Familia
Lucía contrajo matrimonio con Javier, el 4 de Febrero de 1989 tras nueve maravillosos años de noviazgo. El enlace tuvo lugar en Majadahonda (Madrid) acompañados de toda su familia y amigos, y unos novios que brillaban con luz propia, sonriéndose mutuamente y al futuro que les aguardaba.
El día del cumpleaños de Javier de 1991, la pareja supo que la familia estaba a nueve meses de crecer, y para más casualidades del destino, Carlos, el primogénito, nacería el 23 de Octubre de 1991, feliz fecha del cumpleaños de Lucía. Recuerdan sus primeros años, como un niño con ricitos rubios y con una curiosidad y anhelos de aprender insaciables. Con apenas dos años, su madre le enseñó el principio de Arquímedes, que él recitaba sin error, y esa educación le llevó a ser el Ingeniero que es hoy en día, con proyectos profesionales entre España, Reino Unido y Latinoamérica.
Cuando Carlos estaba a punto de soplar las velas de su segundo cumpleaños, el destino regalaba a la familia su primera hija, Irene, un lluvioso 22 de Septiembre de 1993, cuyo carácter y valores vendrían marcados desde su más tierna infancia por la cálida y elegante figura de su madre, y el esfuerzo y dedicación de su padre. Una sonrisa en el rostro de la familia, y una excusa para expresar todo el amor que Lucía sentía por ella, colmando de mimos y atenciones a “la niña de sus ojos”. Lucía y Javier decidieron que Irene acudiera desde temprana edad a talleres de dibujo, alumbrando lo que hoy en día es, una sólida carrera como Arquitecta.
Sus hijos fueron su razón de vivir, principal foco de sus alegrías, y el motor de su fuero interno en los mejores y no tan buenos momentos. Separarse de sus hijos cada día generaba en su ser una desazón y sentimiento de añoranza, que Lucía atendía con pequeños “detallitos” para sus hijos, a los que extrañaba cada hora, y que la recibían cada tarde con la misma ilusión que ella tenía por verlos, con un “mami, mami; hello mami, i love you!” que a Lucía enternecía siempre. Carlos e Irene constituyen su mayor orgullo, y el mejor testimonio de sus convicciones y valores.
Reciente
Posteriormente tuvo la posibilidad de acceder al cuerpo de funcionarios del estado, dejando de ser personal civil contratado. Este hecho supuso un importante espaldarazo a la carrera profesional de Lucía. Una de sus ambiciones era alcanzar este grado de servicio en la Administración, el cual logró no sin esfuerzo, ya que las plaza fue obtenida por oposición.
En noviembre de 2015 obtuvo la plaza de Jefa de Unidad en el Deseginfo, perteneciente al CESTIC (Centro de sistemas y tecnologías de las información y las comunicaciones). De nuevo su vida laboral pasó del Ministerio de Defensa de la Castellana, al antiguo centro donde empezó, en Arturo Soria 289. El nuevo reto supuso la mayor ilusión de su carrera profesional, en un área nueva y de creciente actualidad, como es la Ley de Protección de Datos y su implantación en el Ministerio de Defensa. Allí Lucía ha prestado sus servicios profesionales hasta su fallecimiento.
Lucía, según testimonios de las personas que la han conocido, era una persona alegre, comunicativa, cariñosa y llena de vida. Su madre la inculcó desde pequeñita que tenía que sonreír, y no dejó de hacerlo hasta el último día. Poseía una fortaleza vital insuperable, que no vieron quebrantadas cuando le comunicaron que tenia cáncer de mama en Diciembre de 2008. Tanto era así que 4 días después de su operación, el día de Nochebuena, se fue a comprar un regalito para cada uno de su familia. Así de especial era ella como madre y esposa.
Después de más de 7 años sin recidivas llegó Octubre de 2015, cuando le descubrieron metástasis en el pulmón que no llego a causarle mayores problemas con el debido tratamiento. En enero de 2017 la enfermedad se presentó en el hígado. Desde entonces el control de la enfermedad ha sido más difícil. Después de varios tratamientos, su hígado dejo de funcionar correctamente produciendo su fallecimiento el 18 de Enero de 2019 en la Clínica de Navarra en Madrid. Durante este tiempo mantuvo su puesto de trabajo, y no dejó de apoyar y dar todo su amor a su familia; y nunca mostro flaqueza ante la gente de su alrededor manifestando siempre afán de superarlo, y sobre todo que las personas que la rodeaban, no sufrieran por causa de su enfermedad.
Desde su desplazamiento a Madrid, Lucia ha desarrollado su vida privada en esta localidad, residiendo inicialmente de estudiante en diferentes barrios del centro. Tras una etapa en Majadohonda, la mayoría de años ha vivido con su familia en la casa del Soto de la Moraleja. Aparte de diversos viajes al extranjero, siempre ha alternado viajes a la playa. Soller ha sido su destino preferido, donde residieron sus padre muchos años y donde pasaba parte de las vacaciones con su familia. También tuvo casa en Guardamar del Segura y posteriormente en la playa de Vera en Almería, donde pasó su último verano junto a su familia, disfrutando de un buen estado de salud. En sus últimos meses disfrutó de un fin de semana en Soller, Vera y finalmente en Santander donde celebró la Nochebuena rodeada de su familia, demostrándoles que para ellos ha sido siempre la madre, esposa e hija más generosa, genuina y cariñosa que podría existir. Y dejándoles un gran ejemplo que seguir.
Descanse en Paz